Escasos 200 metros hay entre los carteles de entrada y salida de Nadal. Situada entre provincias, en esta pequeña aldea de no más de 20 casas vivió mi familia materna durante una parte de sus vidas. Ir de pequeño era siempre una gran alegría, ver a la bisabuela, el cocido, estar con León y los gatos, la huerta de mi abuelo o coger moras en las silvas de los alrededores… Pero ahora eso sólo son recuerdos difusos. Quedan aún fotos, historias en las memorias de mi abuela y de mi madre, alguna pintura o las imágenes del street view. ¿Ha cambiado algo realmente?

La calma y silencio del Cementerio Parque de la ciudad de Mar del Plata se ve cortada por el ruido de algunos de sus habitantes vivos: un chico que tiene que visitar a su madre en el nicho más alto, unas señoras que visitan el abandonado nicho de sus padres, un cortejo fúnebre de ruidosas motos, los trabajadores administrativos y de la tierra que hacen de la muerte su rutina.