Año 1183. El rey de Inglaterra Enrique II Plantagenet reúne a toda su familia para pasar las Navidades y decidir quién le sucederá en el trono. Manda llamar a su esposa, la maquiavélica Leonor de Aquitania, a quien mantiene encerrada en una torre después de haberla repudiado, y también a sus tres hijos: el taimado Geoffrey, el insignificante John (Juan sin Tierra) y el colérico Richard (Ricardo I Corazón de León). Conviene tener en cuenta que, algunos años antes (1173-1174), los tres, incitados por su ambiciosa madre, se habían sublevado contra su padre.

1912. La cena de una acaudalada familia inglesa se ve interrumpida por un inspector de policía, que les comunica que una muchacha conocida por todos los presentes ha muerto en misteriosas circunstancias. Parece que cualquiera de ellos podría haber sido el responsable. ¿Pero quién es este inspector y que quiere de ellos? (FILMAFFINITY)

Un grupo de gángsters llega a un bar de carretera en el famoso Bosque Petrificado de Arizona, con el propósito de tomar a los ocupantes como rehenes.

Cuando muere a los 70 años, Henry Van Cleve va al Infierno, donde lo recibe un caballero bien vestido que le exige que confiese sus delitos. Henry comienza entonces a contar su historia: desde niño, su acaudalada familia le proporcionó todos los lujos y satisfizo todos sus caprichos. Siendo ya adulto, llevó una vida disipada, entregado a la bebida y a las mujeres. Pero su vida cambió radicalmente el día en que conoció a Martha Strabel, la mujer de sus sueños. Tras escuchar su relato, el caballero le hace saber que en el Infierno no se aceptan personas como él.

En 1692, en la puritana ciudad de Salem (Massachussetts), un grupo de chicas es acusado de practicar la brujería. Una de ellas, Abigail Williams, procesada por esta razón, presenta a su vez cargos contra John Proctor y su esposa Elizabeth para vengarse de ellos: cuando fue su sirvienta tuvo una aventura con John, que acabó rechazándola para volver con su mujer

Jeffrey juró no tener sexo hasta encontrar al hombre de su vida. Él es gay y está aterrado por el virus del sida. Por ningún motivo quiere contraerlo, y está muy orgulloso de sus votos de castidad: hace algún tiempo que decidió que era mejor no tener sexo con nadie. Vive muy feliz así, hasta que en su camino se atraviesa un bello joven que, casualmente, tiene el virus HIV.

Durante una actuación en un hotel de playa, un showman intenta inútilmente atraer la atención de un público poco participativo. Pero su fracaso no es sólo profesional; tambien se está hundiendo su vida personal.