Japón, siglo XIX. El declive de la casta guerrera de los Samurai y de los Shogun ha hecho mella en el pequeño feudo de Unasaka, situado en la costa del noroeste del país. El samurai Yaichiro Hazama se marcha a la lejana ciudad de Edo para hacerse cargo de un puesto muy importante de la organización del clan, mientras sus amigos samuráis, Munezo y Samon, vuelven al lugar en el que Munezo nació y creció. A pesar de su modesto sueldo consiguen vivir una vida placentera en la casa de la madre de Munezo junto con la hermana pequeña de éste y la hija de un vecino que es granjero, llamada Kie, que trabaja en la casa como empleada doméstica y espera poder conseguir marido. Durante los tres años siguientes fallece la madre de Munezo, Samon se casa con la hermana de Munezo, y Kie se casa con el hijo de una familia acomodada de mercaderes, los Iseya.

En los años del Imperio Romano del reinado de Augusto y su sucesor Tiberio, Judá Ben-Hur, hijo de una familia noble de Jerusalén, y Mesala, tribuno romano que dirige los ejércitos de ocupación, se han convertido en enemigos irreconciliables. Acusado de atentar contra la vida del nuevo gobernador romano, Mesala le encarcela junto a su familia. Cuando se llevan a Ben-Hur a galeras, un joven llamado Jesús de Nazaret se apiada de él y le da de beber.

Un hombre pacífico y abstemio (Glenn Ford) es el propietario de un modesto almacén en un pequeño pueblo del Oeste. Aunque, por su carácter, casi todos lo admiran, el hecho de ir desarmado es para algunos motivo de desprecio.

París, 1896. Aunque el descocado Can-Can ha sido prohibido, en el café de una encantadora mujer (MacLaine) se sigue bailando para deleite de sus clientes. Y puede hacerlo impunemente porque su astuto abogado (Sinatra) tiene a un juez corrupto (Chevalier) entre la espada y la pared. Pero el lucrativo negocio se va al garete, con la llegada de un nuevo juez (Jourdan), que decide prohibir definitivamente ese baile tan inmoral.

Ike Clanton (Robert Ryan) es un hombre poderoso que tiene atemorizados a los habitantes de Tombstone. Cuando el agente federal Wyatt Earp (James Garner) y su inseparable amigo Doc Hollyday (Jason Robards), pistolero y jugador profesional, llegan a la ciudad para imponer la ley, Clanton no duda en comprar a un sheriff corrupto para acabar con ellos. A partir del momento en que los pistoleros de Clanton asesinan por la espalda a uno de los hermanos de Wyatt, la única obsesión de éste será vengar su muerte y limpiar de pistoleros la ciudad.

Ana se convierte en la ayudante del cazarrecompensas Tom Price, para que le enseñe el oficio, a perseguir a fugitivos y a usar el revólver, de manera que pueda cazar y matar a los tres hombres que mataron a su marido y la violaron.

Larry y Maria son primos lejanos. Cada uno, por separado, está casado y tiene hijos pero sus vidas están vacías. Para castigar a sus cónyuges se hacen pasar por amantes, pero nada de esto es cierto. Con el tiempo, surge entre ellos una amistad más especial que poco a poco se tornará en amor.

Swann, un experimentado piloto de motocross, se pierde mientras realiza unas pruebas con su nueva moto en el desierto. En su búsqueda descubre un poblado del lejano oeste, hasta que se da cuenta de que se encuentra en 1877. Sin saberlo, ha viajado a través del tiempo, por lo que deberá encontrar la forma de regresar.

En un apartamento de Nueva York dos chicas descubren que comparten amante. Con algunas escenas de sexo bastante atrevidas para ser una comedia americana que parece destinada al público adolescente.