En el frente de la Primera Guerra Mundial, el enfermero Simon repara todos los días los rostros rotos de los soldados con cartas de amor; palabras escritas por mujeres que tienen el poder de curar las heridas de estos soldados de papel. En cuanto a Simon, éste parece estar a prueba de agujeros, pues nada parece arrugarlo o rasgarlo, protegido por su camisa blanca. Su secreto es su madrina de guerra, que ocupa toda su mente en cuanto tiene un momento libre para descansar. Pero cuando la muerte golpea donde uno no lo espera, ¿pueden unas palabras tendidas sobre el papel borrar el dolor?

Heriberta, pequeña y hermosa niña, es hija de una madre de ortodoxa religiosidad y de un médico ya muerto, de quien heredó un libro de anatomía y un fino bisturí. Su madre cree que la niña va a ser médico como su padre, pero ella lo que quiere es ser vampiro. Heriberta le teme a crecer, a envejecer, a ser como su madre o a morir como su progenitor.

Hace tiempo, una mañana de invierno, una niña salió a buscar leña, se alejó demasiado de casa, encontró un rastro de sangre... y lo siguió.