Una historia íntima de canto y sacrificio: la superestrella con talento musical Sheryl Crow navega por una icónica pero ardua carrera musical que lucha contra el sexismo, la discriminación por edad, la depresión, el cáncer y el precio de la fama, antes de aprovechar el poder de su don.
Nació en Granada, la única ciudad del mundo con nombre de explosivo. Con diez años ingresó en la Falange porque quería tocar el tambor. Sus mayores influencias musicales han sido la Semana Santa y su primera hostia, la que le dieron al nacer. Se casó con dieciséis años. Poco más tarde empezó a consumir drogas para evadirse. Debería haber muerto antes de los treinta. Durante cuarenta años ha golpeado la batería como la vida le ha golpeado a él, con todas sus fuerzas.