Anne Hamilton-Byrne era una mujer guapa y carismática, pero también psicótica e increíblemente peligrosa. Convencida de que era la reencarnación de Jesucristo, Hamilton-Byrne lideró una secta apocalíptica que se instaló en Melbourne entre los años 1960 y 1990. Junto a su marido Bill, adoptó numerosos niños, muchos de ellos a través de engaños a sus padres o a través de familiares de otros miembros de la secta, y decidió criarlos como hijos suyos. Aislados del mundo, uniformados y con el pelo teñido de rubio, los niños fueron tratados con LSD para influir en su comportamiento. Tras conocerse el escándalo, fueron rescatados en una redada en 1987, pero su pesadilla sólo acababa de empezar, no sólo por los traumas que les dejó la secta, sino por el trato que recibieron de una sociedad conservadora que los veía como cómplices del culto.

Un retrato desprejuiciado del folclore español y un crudo análisis en blanco y negro de su íntima relación con el atavismo y la superstición, con la violencia y el dolor, con la sangre y la muerte; una historia de terror, un viaje sin retorno a la España más siniestra y ancestral; aquella sobre la cual el sol brillaba de otro modo, como una amenaza; aquella que vivía muy lejos de los destinos turísticos más visitados, del milagro económico y el progreso imparable, promocionados sin descanso por el régimen franquista durante los años sesenta.