Continúa el ciclo de Antoine Doinel tras "Los cuatrocientos golpes" y "L'amour à vingt ans". El protagonista (Jean-Pierre Léaud), tras ser expulsado del ejército por insubordinación, visita a su antigua novia, Christine Darbon (Claude Jade). El padre de Christine encuentra un trabajo temporal para Antoine como vigilante nocturno de un hotel. Sin embargo, por culpa de un detective privado, pierde el empleo el primer día. Como compensación, el detective le ofrece un trabajo en su agencia. Al principio Antoine se encarga de asuntos menores hasta que le encomiendan la misión de averiguar por qué todas las empleadas de la zapatería del señor Georges Tabard (Michel Lonsdale) lo odian. En la zapatería, Antoine conocerá a Fabienne Tabard (Delphine Seyrig), la esposa del propietario.
Segunda película realizada en torno al personaje de Antoine Doinel, que sigue tras "Los 400 golpes", realizadas por Truffaut.
Antoine y Christine son una pareja de recién casados. Mientras él se gana la vida vendiendo flores secas por las calles de París, su mujer imparte clases de violín. Pasa el tiempo y tienen un bebé, pero Antoine, que sigue siendo un hombre emocionalmente inestable e inmaduro, tiene una aventura extramatrimonial.
Tras cinco años de matrimonio y con un hijo, Antoine Doinel y Christine se divorcian. Él trabaja como corrector en una imprenta y está enamorado de Sabine, vendedora en una tienda de discos. Un día se encuentra allí a Colette Tazzi, la joven de las Juventudes Musicales que conoció en “Antoine y Colette” y que fue su primer amor. Antoine se encuentra también con otros muchos conocidos, como Monsieur Lucien, ex-amante de su madre, y todas las mujeres que han pasado por su vida.
Tres viejas novias de la escuela primaria, mujeres muy diferentes, tienen una cosa en común: están en la caída de sus vidas y todas sienten lo despiadada que puede ser la vejez. Marie es abandonada por su esposo en Nochebuena y su identidad como parte de una familia feliz se desmorona. Berling es la eterna "soltera" que exteriormente niega su edad y vive la dulce vida, pero en el fondo se ve afectada por una complicada relación con su hija. Vanja vive en los recuerdos de su difunto esposo y tiene dificultades para seguir adelante. Los tres viajan juntos a Italia para asistir a un curso de comida en Puglia, donde cada uno tiene la oportunidad de redefinirse.