Bernarda es la patria es un pastiche, un palimpsesto de ideas, imágenes, recuerdos, anécdotas y sonidos de aquellos revoltosos e irreverentes años 80 en Buenos Aires. Una película transformista que ensaya unir a Lorca con el universo del under.

Esta película es ante todo un viaje. De Brooklyn a Abidjan, pasando por Mississippi, Puerto Rico y Haití. Un viaje sobre la búsqueda de la identidad del artista afroamericano contemporáneo más famoso y uno de los pintores más relevantes del siglo XX, Jean-Michel Basquiat. Sin embargo deviene un viaje paradójico, pues a pesar de sus raíces haitianas y puertorriqueñas, Basquiat apenas exploró el continente africano. Sin embargo, nunca dejó de soñar con ello, trascendiendo su “memoria cultural” para producir obras icónicas. Se dice demasiado poco: aunque el pintor se anticipó como ningún otro a la globalización del arte, sobre todo se enfrentó a una América plagada de racismo.

Bajo la administración del presidente republicano Donald Trump, Estados Unidos de América es un país profundamente dividido: un lado alimenta el populismo y la rectitud religiosa en un paisaje monocromático, pintado de blanco, lamentando un pasado que nunca volverá; el otro lado alimenta la diversidad y el multiculturalismo, una visión sesgada de un futuro progresista, bastante improbable. Ambas partes se enfrentan constantemente, sin escucharse mutuamente. Solo unas pocas personas razonables se reúnen para cambiar esta situación potencialmente peligrosa.