India, siglo XIX. En las afueras de Tumbbad vive Vinayak, hijo bastardo del jefe del pueblo, obsesionado con un tesoro ancestral. Sospecha que el secreto del tesoro lo conoce su bisabuela, una bruja maldita que lleva siglos dormida. Cuando se acerca a ella se topa con el guardián del tesoro, un malvado dios caído. Lo que empieza con unas pocas monedas de oro se convierte en un ansia que dura décadas. La avaricia de Vinayak sigue creciendo hasta que desata el mayor secreto de todos, que es incluso más valioso que el propio tesoro.

El joven Gabriel Araceli (Quim Gutiérrez) trabaja de cajista en una modesta imprenta de Madrid. Su novia Inés (Paula Echevarría) es una chica huérfana que vive en Aranjuez en casa de su tío, el fraile don Celestino Santos del Malvar (Manuel Galiana). Con ocasión de una visita a su novia, Gabriel es testigo del motín de Aranjuez contra Godoy (19 de marzo de 1808)), cuyo palacio es asaltado por la turba, manipulada por la nobleza fernandina. Dadas las circunstancias, don Celestino decide que Inés se traslade a Madrid, a casa de sus parientes don Mauro Requejo y su hermana Restituta.

Una joven americana que estudia arte en París no se decide entre quedarse o regresar a su casa. Ella conoce a un chico francés y se enamoran, pero su padre, que es rico, llega a París para llevarla de vuelta a los Estados Unidos.

Elpidio Valdés regresa a los campos cubanos a luchar contra los panchos (los españoles). Pero tienen un enemigo mucho más peligroso: Los americanos que quieren apoderarse de la isla cueste lo que cueste, Elpidio Valdés y sus compañeros de batalla tratarán de impedir su objetivo, con el machete en la mano y a plomo limpio. Fue concebido como una serie para la Televisión Española y luego exhibido como largometraje bajo el nombre de Más se perdió en Cuba, en España y Elpidio Valdés contra el águila y el león, en Cuba.

Durante la dictadura chilena surge un excepcional grupo de mujeres que dejará un legado único en la historia. Es el movimiento “Mujeres por la Vida”. Figuras femeninas casi olvidadas que en tiempos de dictadura militar, cuando pocos se atrevían a salir a la calle, se organizan convocando cada vez a miles de mujeres que con valentía logran hacer acciones de arte y actos relámpagos e inéditos para la época.

Still life #02 forma parte de una investigación más amplia sobre nuestra relación con las imágenes y su inmaterialidad. Nace del deseo de tocar lo intangible, la imagen digital. Logra corporeizar el pixel y esculpirlo con cincel. Explorar su fisicidad mediante su intervención directa. La imagen, lo incorpóreo, muere cuando se destruye la materia, por lo que la naturaleza y composición de los materiales utilizados en cada pieza de la serie funcionan como una condición temporal. Mediante una suerte de acto iconoclasta, la película reflexiona sobre la afectación que nos puede generar la intervención de algo que no existe en términos físicos. Sirviéndose, como dice Dreyer, de lo inagotable del rostro, una tierra que jamás puede ser suficientemente explorada.