En 1984 el director alemán Phillip Gröning pidió permiso a la Orden de los Cartujos para rodar una película en el interior de uno de sus monasterios. Le dijeron que era demasiado pronto. Quizás más adelante. Dieciséis años después recibió una llamada. Había llegado la hora... Los preparativos llevaron dos años, el rodaje uno y la postproducción dos más. Han transcurrido, por tanto, veintiún años hasta su completa finalización. El Gran Silencio muestra por primera vez el día a día dentro del "Grande Chartreuse", el monasterio de referencia en los Alpes franceses de la legendaria Orden de los Cartujos.

Más de 350,000 toneladas de desechos altamente radiactivos y barras de combustible gastado están en almacenamiento temporal en complejos de energía nuclear y en sitios intermedios de almacenamiento en todo el mundo. Más de 10,000 toneladas adicionales se unen a ellos cada año. Es el residuo más peligroso que el hombre haya producido jamás. Residuos que requieren almacenamiento en un repositorio final seguro durante cientos de miles de años. Fuera del alcance de la humanidad y otras criaturas vivientes. La pregunta es, ¿dónde? Junto con el físico nuclear suizo-británico Charles McCombie, que ha estado buscando un sitio de almacenamiento final seguro para desechos nucleares altamente radiactivos durante treinta y cinco años, el director Edgar Hagen investiga las limitaciones y contradicciones involucradas en este proyecto de importancia global. Los partidarios y opositores de la energía nuclear luchan por soluciones mientras que las visiones de mundo dogmáticas son atacadas por la duda

Nadie sabe cuándo llegará el día o la hora. Ante una enfermedad, acompañada por el dolor y el deterioro físico, debemos hacer frente a la muerte. La perspectiva de lo que queda de vida es deprimente y angustiosa. ¿Qué se puede hacer para librar de esta agonía uno mismo y a la familia más cercana? Suiza es el único país del mundo donde hay asociaciones, por ejemplo EXIT, que, dentro de la legalidad, proporcionan ayuda para el suicidio a personas al final de la vida. Hace más de 20 años que los voluntarios acompañan a personas enfermas y con discapacidades hacia la muerte que han elegido, que perciben como más digna. En el documental, estos acompañantes y las personas a las que ayudan hacen frente a la muerte cara a cara, no como si fuera un tabú o un final inaceptable, sino como una liberación. En una sociedad en la que se tiene a controlarlo todo, nos hacen pensar en esta pregunta íntima y esencial: ¿no es la elección de nuestra muerte la máxima expresión de libertad?