Deutschlandhalle, Berlín, 20 de noviembre de 1971. La solitaria figura de Kinski se adentra en la escena para interpretar un monólogo escrito por él mismo, llamado “Jesus Christus Erlöser”. Esta actuación es el culmen de un trabajo que lo ha tenido ocupado durante más de diez años. Son los años hippies, cuando el musical “Jesus Christ Superstar” era un gran éxito. Sin embargo, el “Jesus Christus Erlöser” de Kinski no tiene nada que ver con aquel. Es una interpretación llena de emoción, concentrada en la voz del actor. El contenido, según el mismo Kinski, es “la historia más emocionante jamás contada de la vida de Jesucristo”, que fuè uno hombres de los “más valientes y libres de la historia. Un hombre que preferiò morir antes que continuar a vivir arrodillado”.

Poco se sabe de la misteriosa figura de Isabel Santaló, una artista hoy olvidada. Pero de tanto en cuanto algunas visitas aparecen en su casa. A través de ellas, y de la voz de Antonio López, el único pintor de su generación que la recuerda, se perfila una película poliédrica que sorpresivamente se transforma. Una película sobre la memoria y el olvido, sobre el arte y el proceso creativo, sobre qué significa ser mujer y una artista.